Cabudare

Cabudare, Bucos y Mameyes

Cabudare, Bucos y Mameyes

“que vuelen tus palabras sin rimas, escudriñando moradas en la humanidad”

miércoles, 20 de octubre de 2021

 El poeta, el cronista, el historiador, el maestro, el amigo cambió de plano. Desde el pasado 22 de octubre forma parte de un nuevo paisaje. Sus enseñanzas y su forma fácil de emprenderlas quedan como la demostración de la sabiduría que le dieron los años, sus ancestros y el trabajo permanente en la búsqueda del conocimiento y la verdad histórica.






Alberto Ramón Querales Montes, el poeta Querales para todos, nació en el caserío Matatere el 4 de mayo de 1.937. Sus primeras enseñanzas fueron en su pueblo y aledaños hasta que se viene a Barquisimeto. La secundaría la realiza en el liceo “Lisandro Alvarado”. Estudia en la ULA, sin culminar sus estudios. Me contó que gran parte de sus conocimientos los adquirió leyendo y en Caracas cuando trabajó como librero, pues los leía y los vendía. Ese amor por los libros le afirmó el compromiso con  la investigación, la historia y la lectura.



Una vida dedicada a la historia y la poesía
Fue investigador del Congreso Nacional, del CELARG, de la UCLA, de la Academia Nacional de la Historia y de la Biblioteca Nacional. Usaba como método uno basado en fichas, donde anotaba datos sobre temas específicos; referencias bibliográficas y pistas. Así cualquier información sobre lo investigado se iba acumulando, tratando de usar la mayor cantidad de fuentes. Luego las buscaba, analizaba, reflexionaba los indicios y testimonios, agotando las inferencias posibles sobre cada información y su conexión con las demás fuentes. Esto hacía “llegar al hueso” en la mayoría de los casos, ya que agotaba fuentes y posibilidades. Podía llevar varios temas simultáneamente con este sistema y cuando empezaba a escribir no paraba hasta completar los datos. Por ello era celoso de contar con la mayor cantidad de posibles verdades.

Era firme en sus convicciones políticas, como poeta y cronista. Aceptaba sin rencores cuando otro tenía la razón. Le gustaba jugar con las premisas, con las palabras. Usaba acertijos y preguntas, que siempre desembocaban en una enseñanza.

Como cronista de Iribarren desarrolló innumerables investigaciones que publicaba en el Impulso y en su oficina de manera artesanal, con un número limitado de ejemplares. Así garantizaba su permanencia en el tiempo. Decía “es mejor 100 ejemplares que ninguno”.

Le encantaba la comida criolla, sobre todo las caraotas, las cuales gustaba preparar provisión para varios días. Investigó sobre el cocuy al cual amaba y degustaba. Tenía un carácter que demostraba su molestia sin alzar la voz, siempre con la sabiduría del conocimiento y el respeto por los demás.

En los tiempos en que el comunismo era su primer pensamiento visitó China, la Unión Soviética, Cuba y otros países del bloque soviético. Me contó con orgullo haber conocido a Fidel Castro y a Mao Tse-tung.



Cuando presentó su libro "Escombros"
Nunca pensó en retirarse de su trabajo, decía “la vida es corta para descansar, la vida no me puede conseguir dormido”. Por eso siempre tenía en desarrollo algunas investigaciones. Le preocupó mucho la vida de los indígenas de Lara. Escribió más de 70 libros, sobre nuestras etnias, poesías e investigaciones diversas.


PLANETA BARQUISIMETO: Ramón Querales y la breve búsqueda de la raíz.

Desvelar los sacramentos del poeta, la intimidad expandiéndose en su memoria, el revuelco de los años que perduran en su existencia, la tibieza del dolor que nos somete a concebir la extraña sensación de vivir. Martín Haidegger suponía que el origen de una obra de arte es la belleza;  “la belleza como único modo de presentarse la verdad”, y ciertamente esa tentación-noción de la belleza va acompañada en el conjunto de ver la realidad poéticamente, porque la poesía es ánfora de los ángeles y sufrientes, y acompaña la dureza extraída del poeta cuando nombra su entorno.

En Escombros se desarrollan diálogos internos, una poética sobre la materia sideral, ese cosmos donde corre la existencia y va desplegándose por dimensiones mundanales donde sus aguas, el universo indecible, la vida y la muerte transitan en su agonía o sus alegrías más secretas.

¿Qué es Escombros? ¿Una ciudad que huye de los fantasmas del terremoto de 1812, donde los trozos de los cascos coloniales empezaron a quebrarse por las inmensas calles, y por la barriada de Paya?  o son una parte de los despojos donde subyacen el imaginario del que procede, Matatere, un pueblo milenario donde el poeta recurre a invocarla como una especie de lugar donde se refugia la condena de arrastrar el letargo de la vida y la muerte, o simplemente claudica simbólicamente con su ascendencia Ayamán.  Escombros tiene una lectura algebraica en torno a lo que sucede en el juego escritural,  no tiende a irse a una cavilación de imágenes, aquellas que influyeron a los poetas en donde su terreno y horizontes afincaban en lo metafórico, el juego de la descripción erudita y  colapsos oracionales, dirige al lector, a otras posibilidades que son ciertamente inesperadas. Presenciamos un Ramón Querales que recurre al cuidado de la expresión,  construye su detenimiento de los detalles del lenguaje, evita el discurso imaginario largo, olvida ese universo abarrotado de experiencias de imágenes que se sueltan sobre otras imágenes, su presencia recurre a la fijeza, al abandono de la prolongación oracional, para sumergirse en la exactitud de los pensamientos existenciales, la muerte, el olvido, la condena de Matatere, perviven las añoranzas a la raíz y traza el destino en palabras abarcadoras y diáfanas.     .

Ramón Querales acude a nombrar las alfombra de tierra, que son los terrenos donde se presenta la poquedad del lenguaje, es cierto que la aridez es una visión literaria que se hizo presente en la aparición de los poetas generacionales del siglo XX, luego de la transición de voces como Rafael Garcés Álamo y Antonio Lucena, donde en su poesía se resaltaba un Barquisimeto sereno, agrícola, sin bullicio, posteriormente a mediado del siglo XX nos encontramos con una generación de voces como Ramón Querales, Luis Alberto Crespo, Rafael Cadenas, Antonio Urdaneta, que son parte de ese movimiento que renovaron la literatura venezolana inspirándose en el Barquisimeto añorado por los cronistas, el Barquisimeto de Antonio Arraiz de “las viejas calles largas de la tierra mía” son parte de una generación que vivieron el cambio brusco del trabajo económico, son testigos de la entrada hacia el Barquisimeto moderno que deja atrás los vestigios de una ciudad neocolonial y entra en la construcción de nuevas edificaciones, se destruyen las casas coloniales, son testigos de esa transformación que vivió la ciudad con la llegada del rentismo petrolero y se empieza a vivir una atmósfera de urbe intranquila, caótica, con bullicios, y en el trasfondo el olvido de las tradiciones.

De allí la importancia de la voz de Ramón Querales, porque siendo él de un lugar cuya actividad se centra en la agricultura, en la elaboración artesanal y milenaria del cocuy, se confronta con esa ciudad que es urbe, que ya no tiene calles de tierras, que bajo el “progresismo pesetero” como decía Salvador Garmendia empieza a tener nuevas realidades y espacios que influye poéticamente en su obra, con tambaleos de melancolía, esas cosas que dan las ensoñaciones de algún remoto horizonte que se extingue en el recuerdo.

En Escombros existe una textura poética donde pareciera que cambia su arqueología poética con una moldura expresiva terca y rígida donde el desenlace del poema nos contagia con azotes de la severidad, construye una especie de veracidad que a la vez confluye a expresar con ahondamiento las cosas sin recurrir al lirismo gongorino, ni a las églogas donde la entonación se centra en las complejas edificaciones escriturales. Ocurre múltiples acontecimientos,  la intensidad de un párrafo brevísimo  trasciende a sí misma,  alza la única suerte de la espontaneidad, que se configura sobre la metamorfosis de razonar sobre la existencia, que conmueve a otra gravedad imaginativa en el lector.

POESÍA

Después de derrotado,

solo y sin ayuda,

te ocultaste,

ya siempre huiste

y de todos tus refugios,

de tus permanentes

e inservibles escondites,

el más difícil,

el más incómodo e inseguro,

donde más expuesto

te has sentido,

fue la poesía.

(Ramón Querales, del Poemario Escombros)

Por José Miguel Méndez Crespo



En el Festival Mundial de la poesía
Jubilándose de cronista, tomó la bandera de realizar la convención de cronistas en Barquisimeto y en el discurso final vertió en los corazones de los presentes las lágrimas de amor por su oficio. Había sido Presidente de la Asociación Nacional de Cronistas. Había ganado innumerables e importantes premios. Había sido homenajeado en la Feria Internacional del Libro y en el Festival mundial de la poesía. Nada de eso le quitó su condición de gente humilde, de hombre probo del pueblo.

Cuando le llevaba algún problema histórico por resolver sobre Cabudare, siempre me orientaba y me ayudaba a conseguir fuentes. La mezquindad no existía en él. Decía: “lo que investigo no es para mí, es para la gente y si puede servirle a alguien más, es suficiente”. Descansa en paz poeta, que tu memoria seguirá presente.

Volverás como brisa a Matatere, reencontrando tus huellas y recuerdos. Y entre guijarros y tierra seca te sembrarás sin que tu alma quede dormida.  






Cronista y amigo sin poses.


 Su obra poética es sin duda un referente indispensable dentro de la poesía venezolana contemporánea. La voz de Ramón Querales irrumpe a finales de los años 60, época convulsa y violenta para el país, donde los artistas asumen su compromiso de participación y la posibilidad de transformación social desde su trinchera creativa. Los siete libros recogidos en la presenta antología nos muestran el desarrollo de un discurso poético que, partiendo del paisaje rural de su nativo estado Lara, realiza una inmersión en la psique del hombre contemporáneo, en su imaginario, su complejidad existencial y su circunstancia social.


Su obra publicada consta de más de sesenta títulos, entre poemarios, ensayos, antologías, trabajos biblio-hemerográficos y de historia municipal. Es cronista oficial del municipio Iribarren y se desempeñó por varios años como investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado, Fundacultura, Biblioteca Nacional y Academia Nacional de la Historia.

 Ha colaborado con innumerables publicaciones periódicas del estado Lara, de Caracas y de España. Ha fundado y dirigido varias revistas y periódicos.





                    Cuando estaba en su oficina de Cronista de Iribarren.











 


Lo escribo porque si callo

pudiera desaparecer la flor que me agregaste.

Hoy no vi amanecer pero enternecido

de tu cálida dulzura desperté

con sigilosa dicha

que aún no se convence de existir.

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“la vida es corta para descansar, la vida no me puede conseguir dormido”.
Ramón Querales

A punta de cruz y espada conocimos otras lenguas, fuimos bautizados, cristianizados y obligados a seguir las costumbres del hombre occidental.

 Variquecemeto o como lo conocemos ahora Barquisimeto, lugar de resistencia étnica, de pueblos aguerridos y misticidad infinita, nos cuenta la historia de todos estos hechos simbólicos que desenlazaron durante muchos años un gran   genocidio cultural y que echaron al olvido en el recuento de la historia.

Desde su ascendencia Ayamán, nacido en Matatere, Ramon Querales, dedica su existencia a revelar lo que en el recuento de la historia se vio oculto, a contarnos la existencia de los pueblos indígenas y sus legados ante una cadena de injusticas, que han llevado durante mucho tiempo a suprimir nuestra cultura, que ante la adversidad se mantiene latente con sus costumbres ancestrales que el pueblo aún recuerda. Llena de escombros está la historia y también nosotros muchas veces llevamos el peso de nuestra existencia repleta de mentiras y ultrajes´´





Humildad y compromiso.


























Siempre le llamaban los sitios del semi arido.


Américo Cortez


Cronista de Cabudare


@proyectosarao (Cabudare, Octubre del 2.015)

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